Veinte años de amistad

Hace ya unos meses se casó uno de mis mejores amigos, y como no podía ser menos, le escribí una pequeña lectura que tuve que leer a dúo durante el banquete, delante de ochenta personas, la mayoría francófonas, ya que la mariée era del país vecino. Allí se conocieron ellos, y allí en Francia me encontré yo también a Daniel, en el Liceo Español de París, en 1989.

La verdad es que no tenía pensado publicarla aquí, pero este hilo en el foro: La media de duración de los amigos, me ha hecho replantearme su presentación pública.

Espero que os guste 😉

20 años hace que nos une nuestra amistad, Dani; semejante tiempo es un privilegio escaso hoy en día, cuando los valores humanos se denigran frente otros más… materiales, y por eso son 20 años que estoy orgulloso de haberlos disfrutado a tu lado.

Por aquel entonces mi vida, mi futuro personal, estaba a punto de decidirse, y es duro admitir que quizá no fuera para bien. La adolescencia, antes de que te sentaras a mi lado en el liceo, fue una época convulsa en mi vida y, sin tu guía, los peligrosos escarceos de mis anteriores “amigos” —¡qué poco sabía yo de la amistad en aquel momento!— probablemente me hubieran dejado en la cuneta antes siquiera de alcanzar la veintena.

Ya sólo por eso te mereces todo lo que yo pueda ofrecerte… y más aún.

A los 16 años éramos unos críos, unos imberbes que no conocían nada de la vida; nos creíamos los reyes del universo, y lo que realmente importaba era el ahora… Así era yo, al menos, y fuiste mi tabla de salvación. Tú y todos los que vinieron contigo: Miguel, tu mejor amigo y corazón del grupo; Rafa, tu hermano y (casi) mi alma gemela; Carlos, que nos recuerda por lo que debemos luchar para seguir adelante, Javier, Stella, Amor, mi Pilu… y, por supuesto, los que se quedaron en el camino, perdidos en otros valores de la vida.

Porque 20 años es mucho tiempo.

Sin embargo, siempre tuvimos una cosa muy clara, Dani: la amistad que forjamos entre todos nosotros duraría mucho más tiempo del comúnmente aceptado por la sociedad. Y míranos, aquí estamos en uno de los días más importantes de tu vida.

Algo supimos hacer bien, ¿no?

Aún ahora —no me avergüenza admitirlo— seguimos sin saber nada de la vida; pero no tengo miedo, porque sé que estarás (estaréis todos vosotros) allí… por siempre.

Y Carinne te quiere de verdad. Supo escarbar en tu coraza y descubrir la bondad que (por muy extraño que parezca) siempre te empeñas en esconder. Y porque aprendió a conocerte, a amarte, supo ser paciente y conquistar tu corazón muy lentamente hasta que, casi en un suspiro, te diste cuenta que la única persona que ocupaba tus pensamientos era ella, la chica de enigmática sonrisa que supo querer a este pedazo de pan.

Por eso, por la ternura que demuestra contigo, por la belleza que también esconde en su interior, nosotros —tus amigos— también la queremos; sabemos que te llenará toda tu vida como ninguno de nosotros pudiera haberlo hecho.

Carinne, jouis-toi de ce jour, car tu est nôtre reine aujourd’hui, mais surtout, jouis-toi pour être aussi sa reine pour toujours.

Merci —vraiment— pour nous avoir fait une petite place dans ton cœur.

Nous vous aimons, tout les deux.


Posted in Introspectivas, Narrativas, Nvgnte by with 2 comments.

Pingbacks & Trackbacks

    Deja una respuesta

    Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *