Un año más…

… que al fin se acaba. ¡Aleluya, clamemos al Señor nuestro Dios!

Querido diario…

Hoy me he levantado con la ilusión de que otro año se acaba, la muerte de 366 días de vivencias guardadas en lo más recóndito de la memoria, de donde no deberían salir jamás porque, sinceramente, apestan.

No quiero volver a revisar este año en la televisión, en todos esos programas que siempre hablan de lo mismo, interminables resúmenes llenos de sonrisas, caras embotaxdas alejadas de la realidad que nos relatarán desde un teleprompter quemado por listas anónimas de mujeres maltratadas, palizas a la salida de una discoteca, violencia infantil y adolescente, terroristas confusos, la crisis, las elecciones generales, Bush, Gaza y los israelíes…

la incomprensión, el odio, la pobreza, el egoísmo, el poder del dinero, la corrupción del alma

la guerra

La humanidad necesita un cambio, una renovación que quizá llegue con la próxima recesión mundial. Aunque lo más seguro es que de todo esto sólo salga un dictadorcillo-morcillo de turno y lleve a su país a la quiebra social… ¡qué boníto sería si eso ocurriera a escala mundial! Pronto no habría sitio para esos egos hinchados, y nos abriríamos paso mediante nukes que matarían a la madre Tierra y a nosotros con ella. Luego, unos cuantos millones de años más tarde, cuando otros seres más inteligentes que sus predecesores paseen sobre nuestros huesos, levanten la mirada a las estrellas y se hagan la eterna pregunta… quizá esa vez la respuesta sea diferente y la vida prevalecerá un poco más.

Quiero cerrar los ojos, acunarme entre los brazos de mi amada y despertarme otro año, pero sé que eso no impedirá que el odio nos destruya un poco más cada día, así que lo único que puedo hacer es escribir este granito de arena en un desierto baldío.

quizá algún día…

Querido diario… ignoro por qué demonios me estoy dirigiendo a tí, ya que los pocos que he tenido siempre degeneraban en orgías depresivas y fueron pasto de las azules llamas del ostracismo. Quizá sea porque al estar hecho de ceros y unos no eres capaz de interpretar la jodida escala de grises que se abre como un infierno a nuestros pies ya quemados por el hielo de la indiferencia; una púa gélida e indolora que atraviesa nuestros corazones convirtiéndonos en zombies ambulantes en busca de cerebros frescos que (asimilar) tragar.

Esta noche abriré una botella de champagne y levantaré mi copa por el año que está a punto de llegar…

únicamente las burbujas comprenderán mi brindis


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