¿Prostitución Legal?
Desde hace ya mucho tiempo, quizás desde que el primer ser vivo del planeta se dio cuenta de que el sexo tiene un valor y se puede utilizar como moneda de cambio, existe un mercado del placer.
Los más puritanos se pueden escandalizar con la afirmación anterior, pero no estamos en clase de religión (de ninguna de ellas, pues el sexo está demonizado en la mayoría), sino en un pequeño espacio de reflexión que espero nos conduzca a conclusiones lo más «asépticas» posibles; es decir, «netas de moralina».
El sexo es una necesidad fisiológica que produce placer. Es una forma de incentivar la procreación que por naturaleza es el objetivo del sexo, aunque la evolución y la socialización del ser humano (como ocurre con otras especies menos avanzadas), han transformado su misión principal en algo secundario, tomando mayor protagonismo la parte lúdica y placentera.
Bien, siguiendo las premisas de que «el sexo es una necesidad» y «que produce placer», nos enfrentamos a un problema que compite frontalmente contra la moral religiosa (en nuestra sociedad, cristiana), y contra la ética de la fidelidad en las relaciones de pareja.
¿Por qué esta última afirmación? El ser humano, como animal que es antes que humano, es egoísta por naturaleza. Muchos de nosotros logramos controlar todo o casi todo el tiempo a la bestia involutiva que llevamos dentro, bien porque nuestras necesidades básicas están cubiertas, o bien porque todo lo que hemos aprendido y nuestros valores adquiridos, se han hecho más fuertes que los instintos, quedando confinados estos en una prisión de burocracia moral de muy difícil escapatoria.
Pero otros muchos no lo podemos conseguir. De vez en cuando, a menudo, casi siempre… da igual el plazo, nuestros deseos son más fuertes que nuestra mente y superan las barreras auto-impuestas de la razón, liberando al animal irracional que llevamos dentro y poder saciar la necesidad que nos invade.
Aquí es donde podemos comenzar nuestro análisis de cómo es posible que el negocio de la prostitución sea el más fructífero y duradero de la historia, y cómo puede ser que todos los días de camino a casa observe los aparcamientos llenos de esos moteles de la luces de colores, o a cientos de señoritas en paños menores ofreciendo sus servicios al necesitado de turno.
El sexo es una necesidad, y como para toda necesidad (incluida la espiritual), existe un mercado. Un mercado que en el caso de España (como la mayoría de los países de nuestro entorno), no está regulado, y que sin embargo se estima que frecuenta -datos sin confirmar, pero extraídos del programa de Tele 5 «Diario de…»- un 25% de la población masculina de éste país. No se a vosotr@s, pero a mi me parece alucinante… Un 25% de hombres ha frecuentado o frecuenta prostitutas para satisfacer sus deseos sexuales pagando.
Inevitablemente me surgen al menos tres preguntas:
¿Tanto trabajo cuesta echar un polvo gratis en este país?
¿Por qué esta fuente de ingresos inagotable y extraordinaria se deja escapar al lado negro del dinero?
¿Por qué se permite la esclavitud sexual en nuestros días?
Para la primera pregunta no tengo respuesta… a mi me ha ido bien…
Para la segunda y tercera, mi opinión es que es necesario regular la prostitución como un trabajo real -no por mirar a otro lado deja de ser un trabajo remunerado-, para que las personas que realmente se quieran prostituir lo hagan con la mayor dignidad posible, y en lugar de un «chulo» que les cobre la protección, sea el estado el que se la ofrezca en forma de seguridad social y otras ventajas.
Al mismo tiempo, y seguramente lo que más urge solucionar, hay que poner todos los medios posibles para acabar con las redes de esclavitud sexual que secuestran, torturan, vejan y asesinan a chicas engañadas para enriquecerse. Esto es una vergüenza intolerable. En el momento en que la prostitución fuese legal, la diferencia entre trabajadoras y esclavas se haría patente por las condiciones de unas y otras. El cliente sería mucho más consciente de lo que provoca si elige la ilegalidad, y con seguridad la trata de blancas disminuiría drásticamente. Obviamente las autoridades policiales deben tomar cartas en el asunto con celeridad, pero es primordial ordenar lo que es inevitable que permanezca.
El placer, moral a parte, merece ser satisfecho de forma digna. Legalizar la prostitución es necesario, porque no va a desaparecer nunca la necesidad que la alimenta. Pero eso si, hay que acabar de una vez con la esclavitud y los delincuentes que se lucran con ella. Quizás entonces, en lugar de sentir lástima, pena, o asco por ellas, nos demos cuenta de que el placer no es malo, no es moral, no es religioso… el placer es sólo eso, placer.
Gratis o pagando; con tu mujer o con tu amante; viendo ganar a tu equipo o haciendo el amor en la cama; frente a la pantalla del PC o en el club de alterne. Dejemos la hipocresía a un lado, y objetivamente pensando en el placer, ¿qué diferencia hay entre un masaje sueco y hacer el amor con una prostituta sueca?
Saludos!
Posted in Contracorriente, Opinión, Rider and tagged esclavitud sexual, placer, prostitución, sexo by Rider with 2 comments.